Luis XIV a La señorita de
Fontagne.
Quiero vuestro corazón, hermosa
Fontagne, y mientras rechacéis mi cariño seré muy desgraciado.
¿En qué he podido ofenderos? Asegurándoos
que no puedo vivir más que para vos y que, si queréis, amándome encontraréis
todas las delicias que promete el ser sinceramente correspondida.
Si el recato, señorita, impide a
vuestro corazón decir lo que siente, os ruego que en el papel os expreséis con
más claridad. Espero con la más viva impaciencia una esquela de vuestra letra.