Carta de amor de
Pablo Neruda a Matilde Urrutia
“Señora mía muy amada, gran padecimiento tuve al escribirte
estos mal llamados sonetos y harto me dolieron y costaron, pero la alegría de
ofrecértelos es mayor que una pradera. Al proponérmelo bien sabía que al costado
de cada uno, por afición electiva y elegancia, los poetas de todo tiempo
dispusieron rimas que sonaron como platería, cristal o cañonazo. Yo, con mucha
humildad, hice estos sonetos de madera, les di el sonido de esta opaca y pura
sustancia y así deben llegar a tus oídos. Tú y yo caminando por bosques y
arenales, por lagos perdidos, por cenicientas latitudes, recogimos fragmentos
de palo puro, de maderos sometidos al vaivén del agua y la intemperie. De tales
suavizadísimos vestigios construí con hacha, cuchillo, cortaplumas, estas
maderías de amor y edifiqué pequeñas casas de catorce tablas para que en ellas
vivan tus ojos que adoro y canto. Así establecidas mis razones de amor te
entrego esta centuria: sonetos de madera que sólo se levantaron porque tú les
diste la vida.”