Honoré de Balzac a Madame Hanska
"Mi amado ángel:
Estoy loco por ti: no puedo unir dos ideas sin que tú te
interpongas entre ellas. Ya no puedo pensar en nada diferente a ti. A pesar de
mí, mi imaginación me lleva a pensar en ti. Te agarro, te beso, te acaricio,
mil de las más amorosas caricias se apoderan de mí.
En cuanto a mi corazón, ahí estarás muy presente. Tengo una
deliciosa sensación de ti allí. Pero mi Dios, ¿qué será de mí ahora que me has
privado de la razón? Esta es una manía que, esta mañana, me aterroriza.
Me pongo de pie y me digo a mí mismo: “Me voy para allá”.
Luego me siento de nuevo, movido por la responsabilidad. Ahí hay un conflicto
miedoso. Esto no es vida. Nunca antes había sido así. Tú lo has devorado todo.
Me siento tonto y feliz tan pronto pienso en ti. Giro en un
sueño delicioso en el que en un instante se viven mil años. ¡Qué situación tan
horrible!
Estoy abrumado por el amor, sintiendo amor en cada poro,
viviendo solo por amor, y viendo cómo me consumen los sufrimientos, atrapado en
mil hilos de telaraña.
O, mi querida Eva, no lo sabías. Levanté tu carta. Está
frente a mí y te hablo como si estuvieras acá. Te veo, como te vi ayer, hermosa,
asombrosamente hermosa.
Ayer, durante toda la tarde, me dije a mí mismo: “¡Es mía!”.
Ah, ¡los ángeles no están tan felices en el paraíso como yo lo estaba ayer!"