martes, 28 de febrero de 2012

"Vinimos platicando de ti (mi corazón y yo)"


(Fragmento)

Vean el formato original que elige el escrito mexicano Juan Rulfo para escribir esta hermosa carta de amor. Es un dialogo que mantiene él y su corazón sobre su amada Clara Aparicio.

Un grande.


México D.F. a 9 de enero de 1945

Clara, pequeña amiga mía:

Él y yo nos vinimos platicando de ti (mi corazón y yo), y él estuvo de acuerdo conmigo en todo. Por ejemplo. Yo comencé por decirle que no me merecía ni siquiera que me dirigieras la palabra y mucho menos tenerme por amigo. Entonces él me contestaba: es muy cierto, muy cierto. Yo seguía diciéndole: tengo necesidad de Ella, de quererla mucho; ¿pero acaso tengo yo algún mérito para merecerla, eh? No, no tienes ninguno, me respondía él. Ella es muy bonita, ¿verdad? ¿Bonita? ¡Es la criatura más hermosa con que yo haya tropezado en mi vida! Eso decía mi corazón.

Luego pasé a preguntarle si Ella no se iría a enojar si le habláramos de tú, aquí en esta cosa que casi parece carta. No, no se enojará; el de Ella es un corazón muy buena gente y no se enojará. Ahora, si se enoja, que se enoje, al fin y al cabo no está aquí cerca de nosotros para que nos regañe. Oye, corazón, ahora sí te equivocaste. Ella sí está aquí con nosotros; nada más cierra los ojos y verás la figura completa de Ella. Ahora está arqueando la cejita y nos está echando una mirada muy seria. Dentro de un rato se le va a salir uno de esos suspiros buenos que Ella acostumbra dar de rato en rato, cuando no sabe qué que hacer con el amor que lleva dentro.

¡Ah!, si Ella se imaginara la fuerza que tiene su recuerdo y la forma como él, ese recuerdo suyo, lo tenemos aquí presente, tal vez nos quisiera un poquito.
Bueno, vamos haciendo una aclaración, vamos suponiendo que nos quiere tantito, así, con un amor del tamaño de una semilla de amapola. Pero no, no nos con quiere ni así.
¿Te acuerdas del día en que nos dijo que no nos tenía confianza? Tú te pusiste a llorar un rato, ¿no? Y esto se debió a que la queremos, a que Ella es la misericordia para nosotros y aunque yo me he propuesto aceptar todo lo que venga de ella, tú, en cambio, eres débil como una cáscara de ciruela y te dueles con mucha facilidad.
A veces me da pena salir a defenderte porque no aguanto la cara de sentimiento que pones. Sobre todo, me da pena con Clara. ¿Qué idea se hará ella de tu fragilidad, de ti, pobre corazón que la quieres tanto?

Los dos te queremos. Mi corazón y yo somos un buen par de buenos amigos tuyos. Esa es la verdad.




1 comentario:

  1. Qué belleza de carta, Luis! Tan tan tan original...realmente encontraste una joyita...Todo un enamorado de ley resultó ser Juan Rulfo, caballero, romántico, cuidadoso, detallista, tierno...y soñador!!!! Bello, bello ser!!!!

    ResponderEliminar