lunes, 16 de junio de 2014

"Cuando me amé de verdad..."






"Cuando me amé de verdad, comprendí que en cualquier circunstancia, yo estaba en el lugar correcto y en el momento preciso. Y entonces, pude relajarme. Hoy sé que eso tiene nombre… autoestima.
Cuando me amé de verdad, pude percibir que mi angustia y mi sufrimiento emocional, no son sino señales de que voy contra mis propias verdades. Hoy sé que eso es… autenticidad.
Cuando me amé de verdad, dejé de desear que mi vida fuera diferente, y comencé a ver que todo lo que acontece contribuye a mi crecimiento. Hoy sé que eso se llama… madurez.

Cuando me amé de verdad, comencé a comprender por qué es ofensivo tratar de forzar una situación o a una persona, solo para alcanzar aquello que deseo, aún sabiendo que no es el momento o que la persona (tal vez yo mismo) no está preparada. Hoy sé que el nombre de eso es… respeto.
Cuando me amé de verdad, comencé a librarme de todo lo que no fuese saludable: personas y situaciones, todo y cualquier cosa que me empujara hacia abajo. Al principio, mi razón llamó egoísmo a esa actitud. Hoy sé que se llama… amor hacia uno mismo.
Cuando me amé de verdad, dejé de preocuparme por no tener tiempo libre y desistí de hacer grandes planes, abandoné los mega-proyectos de futuro. Hoy hago lo que encuentro correcto, lo que me gusta, cuando quiero y a mi propio ritmo. Hoy sé, que eso es… simplicidad.
Cuando me amé de verdad, desistí de querer tener siempre la razón y, con eso, erré muchas menos veces. Así descubrí la… humildad.
Cuando me amé de verdad, desistí de quedar reviviendo el pasado y de preocuparme por el futuro. Ahora, me mantengo en el presente, que es donde la vida acontece. Hoy vivo un día a la vez. Y eso se llama… plenitud.
Cuando me amé de verdad, comprendí que mi mente puede atormentarme y decepcionarme. Pero cuando yo la coloco al servicio de mi corazón, es una valiosa aliada. Y esto es… saber vivir!
No debemos tener miedo de cuestionarnos… Hasta los planetas chocan y del caos nacen las estrellas."

Charles Chaplin.

jueves, 17 de abril de 2014

"¿Qué será de mí ahora que me has privado de la razón?"




Honoré de Balzac a Madame Hanska

"Mi amado ángel:

Estoy loco por ti: no puedo unir dos ideas sin que tú te interpongas entre ellas. Ya no puedo pensar en nada diferente a ti. A pesar de mí, mi imaginación me lleva a pensar en ti. Te agarro, te beso, te acaricio, mil de las más amorosas caricias se apoderan de mí.
En cuanto a mi corazón, ahí estarás muy presente. Tengo una deliciosa sensación de ti allí. Pero mi Dios, ¿qué será de mí ahora que me has privado de la razón? Esta es una manía que, esta mañana, me aterroriza.
Me pongo de pie y me digo a mí mismo: “Me voy para allá”. Luego me siento de nuevo, movido por la responsabilidad. Ahí hay un conflicto miedoso. Esto no es vida. Nunca antes había sido así. Tú lo has devorado todo.
Me siento tonto y feliz tan pronto pienso en ti. Giro en un sueño delicioso en el que en un instante se viven mil años. ¡Qué situación tan horrible! 
Estoy abrumado por el amor, sintiendo amor en cada poro, viviendo solo por amor, y viendo cómo me consumen los sufrimientos, atrapado en mil hilos de telaraña.
O, mi querida Eva, no lo sabías. Levanté tu carta. Está frente a mí y te hablo como si estuvieras acá. Te veo, como te vi ayer, hermosa, asombrosamente hermosa.
Ayer, durante toda la tarde, me dije a mí mismo: “¡Es mía!”. Ah, ¡los ángeles no están tan felices en el paraíso como yo lo estaba ayer!"

lunes, 7 de abril de 2014

"Nada en el mundo se da sin labor, incluso el amor"



Carta de León Tolstói a Valeria Arsenev

Todavía te amo en tu belleza, pero sólo estoy comenzando a amar en vos eso que es eterno y previo, tu corazón, tu fuego. La belleza puede conocerse y enamorarte en una hora y dejar de amarse igual de rápido, pero el alma debe aprender a conocer. Créeme, nada en el mundo se da sin labor, incluso el amor, el más hermoso y natural de los sentimientos.

miércoles, 15 de enero de 2014

“Sensación de presencia”




Roberto Arlt a Yvonne

Te escribo desde la cama. No tengo ganas de referirte cosas, tengo ganas de aclararme ante ti. Hace un rato me preguntaba: ¿Para qué le escribo a Yvonne? Y acudían estas respuestas:

1-Para hacerle ver la realidad de cuánto la quiero.
2-Para decirle cómo es verdad que la quiero.
3-Para que ella me quiera aún más de lo que me quiere.

Estas tres respuestas son exactas hoy, en este momento.
Estoy necesitado de tu presencia y no estás en mí como sensación. ¿No entiendes? Tú no eres un recuerdo, sino una sensación, que es algo muy distinto. Me resulta dificultoso recordarte físicamente, es decir, con tal expresión, con tal movimiento. Yo te recuerdo en sensación, lo que denominare “sensación de presencia”.

He dejado de escribirte durante diez minutos para fumar un cigarrillo y me decía mientras fumaba, que la realidad intrínseca de mi mal humor consistía en no tenerte y necesitarte poderosamente. Estas dos últimas veces que hemos andado juntos me has impregnado, este es el término exacto, del goce de ser querido, que es el placer quizás más extraordinario que existe.

Y es diferente al amor. Porque uno puede querer y sentirse dichoso de querer pero el proceso está limitado a uno mismo. No es uno el que determina su felicidad, es el otro que poderosamente le inyecta su vida y lo transforma a uno.
Querida Yvonne: ¿Hago mal en desmenuzar lo nuestro así? Por momentos tengo miedo de escarbar en mí mismo, de presentarme a tus ojos un poco criatura. Sólo confío en tu sinceridad. En palabras que dijiste, y que me hacen pensar que tú eres como yo. ¿Te hablo y escribo de mí como un colegial, o como una criatura? Pero si no lo hago anti ti ¿ante quién podría hacerlo?

¿Si tú no me comprendieras, quien podría comprenderme? Voy hacia ti con el ferviente deseo de serte sincero en mis escondidos pensamientos. Deseando que mi sinceridad provoque la tuya, que esta deliberada muestra de nuestra impotencia y debilidad se convierta en nuestra fuerza. Pienso que cuando tú me escribiste y yo te hablé y conversamos, lo que me atrajo hacia ti no fue tu sufrimiento, sino tu sinceridad, feroz. Pensé entonces cuán terrible debió ser tu soledad para que fríamente fueras llamando a cada cosa por su nombre y no por otro.

En este mismo momento tengo la sensación de tu presencia, cuando nos hallábamos frente a la fachada amarilla de tu antigua casa de Belgrano. También tu risa algo nerviosa en la confitería. Y después el magnífico viaje en tranvía. Y nuestras charlas.

Pero nada me conmueve tanto como tu sinceridad. El relato desnudo, vacío de tentativas de disculpa.
Luego ondulatorio de contradicciones. Por momentos me digo que estaremos tan juntos que será como si nos hubiesen fundido. Luego, el temor: “¿Ocurrirá esto?”. “¿No la rechazará este modo mío, de darme así a ella sin restricciones?”.

La verdad, ya no puedo hacer otra cosa. O darme por entero o no darme de ninguna manera y volver a la vida anterior, deshumanizada por falta de espíritu.

Quiero ser feliz. Brutalmente feliz. Como un ser humano.

Quisiera ser de otro modo, y de otro modo no sería. Sé perfectamente que cuando digo que quisiera ser de otro modo es porque tengo temor de que tú te muestras de otro modo.

Yvonne, ¿por qué no estarás aquí a mi lado para decirme sonriendo con tu clara sabiduría, que no amontone palabras?

Me gustaría escribirte. En cuanto generosamente me tomes de las manos, todos mis temores se desvanecerán en el aire.





jueves, 9 de enero de 2014

"Pienso en las personas a las que amo cuando sufro"




Carta de Charles Baudelaire a Apolline Sabatier

Sinceramente, señora, le pido mil veces perdón por estos estúpidos, anónimos y pésimos versos que huelen horriblemente a puerilidad; pero, ¿qué puedo hacer? Soy tan egoísta como un niño o un inválido. Pienso en las personas a las que amo cuando sufro. Normalmente pienso en usted cuando escribo y, cuando el verso está acabado, no puedo resistir el deseo de que lo lea la persona que los inspiró. Al mismo tiempo, me escondo como alguien que tuviera mucho miedo a parecer ridículo. ¿No hay algo esencialmente cómico en el amor?, sobre todo para los que no están involucrados.
Pero le juro que esta será la última vez que me exponga al ridículo; y, si mi ardiente amistad hacia usted se prolonga en el futuro tanto como ha durado en el pasado, le diré una cosa: ambos seremos ancianos.

Por más absurdo que esto pueda parecerle, recuerde que hay un corazón del que sería cruel burlarse y en el que su imagen está siempre viva.

martes, 7 de enero de 2014

"Toda felicidad es ilusoria no estando tú a mi lado"


Carta de Jorge Luis Borges a Estela Canto

A pesar de dos noches y de un minucioso día sin verte (casi lloré al doblar ayer por el Parque Lezama), te escribo con alguna alegría. Pienso en todo ello y siento una especie de felicidad; luego comprendo que toda felicidad es ilusoria no estando tú a mi lado. Querida Estela: hasta el día de hoy he engendrado fantasmas; unos, mis cuentos, quizás me han ayudado a vivir; otros, mis obsesiones, me han dado muerte. A estas las venceré, si me ayudas. Tuyo con el fervor de siempre y con una asombrada valentía.


Georgie…

sábado, 4 de enero de 2014

"Los amantes verdaderos se reconocen por lo que pasa secretamente en su corazón"




Carta de La señorita Fontagne a Luis XIV


El estar admitida la desproporción entre un príncipe como vos y una joven como yo, me obliga a tomar las palabras de vuestra majestad más por galantería que por declaración sincera.

Sin embargo, si es cierto que los amantes verdaderos se reconocen por lo que pasa secretamente en su corazón, en vano querría ocultar por más tiempo mis sentimientos.

Sí, lo confieso, señor: solo el mérito de vuestra augusta persona dispuso de mí antes que su majestad me hiciera el gran honor de mostrarme su inclinación.

He combatido, dignaos perdonármelo, señor, esta pasión desde el principio. Estaba desconcertada ante el temor de que mis ojos o mis ademanes diesen a conocer a Vuestra Majestad, lo que sentía mi corazón por un príncipe tan grande.


Juzgad, señor, de la disposición en que estoy, por esta confesión tan ingenua de mi debilidad.