Carta de Charles
Baudelaire a Apolline Sabatier
Sinceramente, señora, le pido mil veces perdón por estos
estúpidos, anónimos y pésimos versos que huelen horriblemente a puerilidad;
pero, ¿qué puedo hacer? Soy tan egoísta como un niño o un inválido. Pienso en
las personas a las que amo cuando sufro. Normalmente pienso en usted cuando
escribo y, cuando el verso está acabado, no puedo resistir el deseo de que lo
lea la persona que los inspiró. Al mismo tiempo, me escondo como alguien que
tuviera mucho miedo a parecer ridículo. ¿No hay algo esencialmente cómico en el
amor?, sobre todo para los que no están involucrados.
Pero le juro que esta será la última vez que me exponga al
ridículo; y, si mi ardiente amistad hacia usted se prolonga en el futuro tanto
como ha durado en el pasado, le diré una cosa: ambos seremos ancianos.
Por más absurdo que esto pueda parecerle, recuerde que hay un
corazón del que sería cruel burlarse y en el que su imagen está siempre viva.
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