Carta de
amor de Peter Tchaikovski a Nadezhda von Meck
Usted me pregunta si he conocido también el amor no platónico. Si
se cambiase un poco la pregunta formulándola de esta manera: ¿Sí he vivido la
dicha del amor pleno?, entonces contesto: ¡No, no, no! Creo, por otra parte,
que también mi música contiene la respuesta a esta pregunta. Si, en cambio, me
preguntara si conozco todo el poder, la infinita fuerza del amor, entonces
respondería: ¡Sí, sí, sí! Y repito que he tratado cariñosamente de expresar a través
de la música el martirio y al mismo tiempo las delicias del amor. Si lo he
logrado, no lo sé; que lo juzguen los demás. No estoy de acuerdo con usted en
que la música no sepa descubrir todas las virtudes del amor. Al contrario: sólo
la música puede hacerlo. Usted dice que para eso harían falta las palabras.
¡Oh, no! Precisamente aquí las palabras son impotentes, y donde ellas fracasan
se levanta con todo su poderío un lenguaje más expresivo: la música. Ya el
verso, al cual echan mano los poetas para expresar sentimientos amorosos, es
una usurpación de terrenos que pertenecen exclusivamente a la música. Palabras
fundidas en poemas dejan de ser palabras; se van convirtiendo en música…La
mejor prueba es que en esta clase de poesías las palabras como tales –y no como
valores musicales- carecen de sentido. Sin embargo, no sólo tienen sentido,
sino que contienen profundos pensamientos; pero estos se hallan musicalmente
expresados, no literariamente.
Me hace feliz que usted estime de tal manera a la música
instrumental. Y muy exacta es su observación de que las palabras corrompen a
veces la música, la bajan desde su altura inalcanzable. Siempre lo he sentido así
y quizás por esto me resultan mejor las obras instrumentales que las vocales.
En cordial amor.
P. Tch.
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