Novia mía:
Escribes unas cartas tan inefablemente dulces, tan conmovedoramente
tiernas, que sólo podría contestarlas como se merecen, con un beso prolongado y
abrazándote amorosamente. (...) Martha, no apetezco sino lo que tú ambicionas
para ambos porque me doy cuenta de la insignificancia de otros deseos
comparados con el hecho de que seas mía. Estoy adormilado y muy triste al
pensar que tengo que conformarme con escribirte en vez de besar tus dulces
labios.
Por qué no imaginármelo así de amoroso a Sigmund??? Tan dulce! al menos epistolarmente...
ResponderEliminarSaludos!
Tampoco me lo imaginaba dulce y tierno... será porque analizaba todo que daba el aspecto de frío y calculador...
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