Gabriela mistral a Manuel
Magallanes Moure
Este no es amor sano, Manuel, es
ya cosa de desequilibrio, de vértigo. ¡Y en mi cara beatífica, y en mi
serenidad de abadesa! ¡Qué decires de amor los tuyos!
Tienen que dejar así, agotada,
agonizante. Tu dulzura es temible: dobla, arrolla, torna el alma como un harapo
fláccido y hace de ella lo que la fuerza, la voluntad de dominar no conseguirán. Manuel, ¡qué tirano tan dulce eres tú!
Manuel, ¡cómo te pertenezco de toda pertenencia, cómo me dominas de toda
dominación! ¿Qué más quieres que te dé, Manuel, qué más?
Manuel, yo espero la dicha de ti.
Yo espero vivir contigo un momento supremo que pueda yo revivir en el recuerdo
por cien años más de mi vida, sacando de esa visión divinización, dicha, para
todo el resto del camino. Manuel, no puedo amarte más. ¿No lo comprendes
así? ¿Pides más aún?
En los labios mucho tiempo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario