"No pido amor ni fidelidad eternos, únicamente... la verdad, una
franqueza ilimitada. El día que me digas -te amo menos- será el último día de
mi amor o el último de mi vida."
Napoleón Bonaparte lo supo tener
todo. Reconocimiento militar y político. Fue héroe de la Revolución francesa.
Llegó a ser Emperador de los franceses, Rey de Italia, Protector de la
Confederación del Rin. Le ganó a todos los ejércitos europeos haciendo de
Europa su capricho. El mundo dependía de sus acciones a comienzos del siglo XIX.
Y hoy en día se estudian sus estrategias en todo el mundo, junto a las de
Alejandro Magno.
Sin embargo en la vida no se puede
tener todo. Parece ser que su matrimonio no funcionaba tan bien como sus
campañas militares.
Bonaparte tenía tantos logros en su
carrera militar y política, que ya no le quedaban muchas chances de tener éxito
en el amor. Aunque sí logró casarse con la mujer de su vida, Josefina,
nunca fue un amor correspondido. Esto le provocó vivir en pena sumergido en los
celos durante todo su matrimonio.
En sus cartas se puede ver como la
ironía le jugaba una mala pasada a un hombre que, habiendo conquistando toda
Europa, no lograba conquistar el corazón de su amada.
En 1796 se casan, ella tenía 32 años
y él 26. Y ese mismo año a Napoleón lo nombran General en jefe del ejército de
Italia, donde obtiene numerosas victorias. En aquel lejano país, a kilómetros
de su esposa y luego de un día de batalla, Napoleón le escribió la siguiente
carta:
Verona, 13 de noviembre de 1796
No le amo, en absoluto; por el contrario, la detesto, usted es
una sin importancia, desgarbada, tonta Cenicienta. Usted nunca
me escribe; usted no ama a su propio marido; usted sabe qué
placeres me dan sus letras, ¡pero aún así no me ha
escrito seis líneas, informales, a las corridas!
¿Qué hace usted todo el día, señora? ¿Cuál es el asunto tan
importante que no le deja tiempo para escribirle a su amante
devoto? ¿Qué afecto sofoca y pone a un lado el amor, el amor
tierno y constante que usted me prometió? ¿De qué clase
maravillosa puede ser, que nuevo amante reina sobre sus días,
y evita darle cualquier atención a su marido? ¡Josefina, tenga
cuidado! Una placentera noche, las puertas se abrirán de par
en par y allí estaré.
De hecho, estoy muy preocupado, mi amor, por no recibir
ninguna noticia de usted; escríbame rápidamente sus páginas,
paginas llenas de cosas agradables que llenarán mi corazón
de las sensaciones más placenteras.
Espero dentro de poco tiempo estrujarla entre mis brazos
y cubrirla con un millón de besos debajo del ecuador.
una sin importancia, desgarbada, tonta Cenicienta. Usted nunca
me escribe; usted no ama a su propio marido; usted sabe qué
placeres me dan sus letras, ¡pero aún así no me ha
escrito seis líneas, informales, a las corridas!
¿Qué hace usted todo el día, señora? ¿Cuál es el asunto tan
importante que no le deja tiempo para escribirle a su amante
devoto? ¿Qué afecto sofoca y pone a un lado el amor, el amor
tierno y constante que usted me prometió? ¿De qué clase
maravillosa puede ser, que nuevo amante reina sobre sus días,
y evita darle cualquier atención a su marido? ¡Josefina, tenga
cuidado! Una placentera noche, las puertas se abrirán de par
en par y allí estaré.
De hecho, estoy muy preocupado, mi amor, por no recibir
ninguna noticia de usted; escríbame rápidamente sus páginas,
paginas llenas de cosas agradables que llenarán mi corazón
de las sensaciones más placenteras.
Espero dentro de poco tiempo estrujarla entre mis brazos
y cubrirla con un millón de besos debajo del ecuador.
Lo interesante de la carta es el tono
en que, el temido emperador, reclama por el amor de su esposa. Siendo el de un
niño caprichoso, que al parecer, le escondieron su juguete preferido.
Se percibe el carácter y temperamento
de un hombre duro, al mismo tiempo, muy sensible. De un hombre que
escribe palabras con la espada, pero que las piensa con el corazón.
Se puede ver perfecta su inseguridad,
que nace de los celos, por no sentir que lo extrañan como él extraña.
La carta comienza con un nivel
agresivo, en donde directamente, le dice que la odia. Pero luego termina
desando poder verla para llenarla de besos. Y este cambio, de odio hacia amor,
transcurre en tan solo en 2 párrafos. ¿Si eso no es amor, qué es?
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Josefina procedía de una familia con
cierto poder económico y político gracias a la Francia monárquica de Luis XVI
(caña de azúcar en Martinica). Pero al estallar la revolución francesa, la
situación de la familia se agravó considerablemente. Tanto, que llegaron a
matar a su marido en la guillotina.
Luego de estar presa, josefina usó
sus mejores armas para sobrevivir a tal situación: El dinero que le quedaba y
su cuerpo.
Fue amante de varios generales de la
nueva República. Pero claro estaba que esas no eran relaciones de amor
verdadero, era relaciones de interés. A uno le convenía el contacto económico
de la tambaleante y desesperada antigua nobleza, y al otro inmunidad política
en el nuevo orden.
Entre general y general Josefina cae
en las sabanas de Napoleón, pero a diferencia de sus compañeros, él termina
casándose con ella.
Josefina había logrado su sueño,
volver a ser parte del sector gobernante de Francia y así evitar toda
persecución política y económica que había generado en el antiguo régimen. Por
su parte Napoleón logra casarse con la mujer de la cual se había enamorado,
pero nunca lograría que ella se enamorada de él. Había firmado un amor no
correspondido.
Finalmente el matrimonio termina,
porque además de las constantes infidelidades de parte de ella, la misma no
supo darle un heredero varón.
Existen varios rumores de porque
Napoleón aparecía con su mano derecha dentro del saco. Algunos afirman que eran
porque le dolía el hígado, otros los riñones, pero quizás, tan solo le dolía el
corazón.
Igual nunca pudo olvidarse de ella. Ella fue su gran amor. Y esto se supo el día de su muerte, donde sus últimas palabras antes de morir fueron:
"Francia, el ejército, la cabeza del ejército... ¡Josefina!"
Tal vez mi carta preferida hasta el momento...la había leído hace tiempo en inglés y ya recuerdo que me había encantado...ahora la releo y me vuelve a gustar!
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