jueves, 1 de marzo de 2012

"Desgarbada, tonta Cenicienta"




"No pido amor ni fidelidad eternos, únicamente... la verdad, una franqueza ilimitada. El día que me digas -te amo menos- será el último día de mi amor o el último de mi vida."

Napoleón Bonaparte lo supo tener todo. Reconocimiento militar y político. Fue héroe de la Revolución francesa. Llegó a ser Emperador de los franceses, Rey de Italia, Protector de la Confederación del Rin. Le ganó a todos los ejércitos europeos haciendo de Europa su capricho. El mundo dependía de sus acciones a comienzos del siglo XIX. Y hoy en día se estudian sus estrategias en todo el mundo, junto a las de Alejandro Magno.
Sin embargo en la vida no se puede tener todo. Parece ser que su matrimonio no funcionaba tan bien como sus campañas militares.
Bonaparte tenía tantos logros en su carrera militar y política, que ya no le quedaban muchas chances de tener éxito en el amor. Aunque sí logró casarse con la mujer de su vida,  Josefina, nunca fue un amor correspondido. Esto le provocó vivir en pena sumergido en los celos durante todo su matrimonio.
En sus cartas se puede ver como la ironía le jugaba una mala pasada a un hombre que, habiendo conquistando toda Europa, no lograba conquistar el corazón de su amada.

En 1796 se casan, ella tenía 32 años y él 26. Y ese mismo año a Napoleón lo nombran General en jefe del ejército de Italia, donde obtiene numerosas victorias. En aquel lejano país, a kilómetros de su esposa y luego de un día de batalla, Napoleón le escribió la siguiente carta:

Verona, 13 de noviembre de 1796

No le amo, en absoluto; por el contrario, la detesto, usted es
una sin importancia, desgarbada, tonta Cenicienta. Usted nunca
me escribe; usted no ama a su propio marido; usted sabe qué
placeres me dan sus letras,  ¡pero aún así no me ha
escrito seis líneas, informales, a las corridas!

¿Qué hace usted todo el día, señora? ¿Cuál es el asunto tan
importante que no le deja tiempo para escribirle a su amante
devoto? ¿Qué afecto sofoca y pone a un lado el amor, el amor
tierno y constante que usted me prometió? ¿De qué clase
maravillosa puede ser, que nuevo amante reina sobre sus días,
y evita darle cualquier atención a su marido? ¡Josefina, tenga
cuidado! Una placentera noche, las puertas se abrirán de par
en par y allí estaré.

De hecho, estoy muy preocupado, mi amor, por no recibir
ninguna noticia de usted; escríbame rápidamente sus páginas,
paginas llenas de cosas agradables que llenarán mi corazón
de las sensaciones más placenteras.

Espero dentro de poco tiempo estrujarla entre mis brazos
y cubrirla con un millón de besos debajo del ecuador.

Lo interesante de la carta es el tono en que, el temido emperador, reclama por el amor de su esposa. Siendo el de un niño caprichoso, que al parecer, le escondieron su juguete preferido.
Se percibe el carácter y temperamento de un hombre duro,  al mismo tiempo, muy sensible. De un hombre que escribe palabras con la espada, pero que las piensa con el corazón.
Se puede ver perfecta su inseguridad, que nace de los celos, por no sentir que lo extrañan como él extraña.
La carta comienza con un nivel agresivo, en donde directamente, le dice que la odia. Pero luego termina desando poder verla para llenarla de besos. Y este cambio, de odio hacia amor, transcurre en tan solo en 2 párrafos. ¿Si eso no es amor, qué es?

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Josefina procedía de una familia con cierto poder económico y político gracias a la Francia monárquica de Luis XVI (caña de azúcar en Martinica). Pero al estallar la revolución francesa, la situación de la familia se agravó considerablemente. Tanto, que llegaron a matar a su marido en la guillotina.

Luego de estar presa, josefina usó sus mejores armas para sobrevivir a tal situación: El dinero que le quedaba y su cuerpo.

Fue amante de varios generales de la nueva República. Pero claro estaba que esas no eran relaciones de amor verdadero, era relaciones de interés. A uno le convenía el contacto económico de la tambaleante y desesperada antigua nobleza, y al otro inmunidad política en el nuevo orden.

Entre general y general Josefina cae en las sabanas de Napoleón, pero a diferencia de sus compañeros, él termina casándose con ella.

Josefina había logrado su sueño, volver a ser parte del sector gobernante de Francia y así evitar toda persecución política y económica que había generado en el antiguo régimen. Por su parte Napoleón logra casarse con la mujer de la cual se había enamorado, pero nunca lograría que ella se enamorada de él. Había firmado un amor no correspondido.

Finalmente el matrimonio termina, porque además de las constantes infidelidades de parte de ella, la misma no supo darle un heredero varón.


Existen varios rumores de porque Napoleón aparecía con su mano derecha dentro del saco. Algunos afirman que eran porque le dolía el hígado, otros los riñones, pero quizás, tan solo le dolía el corazón.

Igual nunca pudo olvidarse de ella. Ella fue su gran amor. Y esto se supo el día de su muerte, donde sus últimas palabras antes de morir fueron:

"Francia, el ejército, la cabeza del ejército... ¡Josefina!"

1 comentario:

  1. Tal vez mi carta preferida hasta el momento...la había leído hace tiempo en inglés y ya recuerdo que me había encantado...ahora la releo y me vuelve a gustar!

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