martes, 11 de octubre de 2011

Torre de ladrillos de lágrimas


Todos conocemos el edificio Kavanagh, que queda al 1065 de la calle Florida enfrente a la plaza San Martín en pleno corazón del barrio de Retiro, pero pocos conocen la historia de amor que motivó su construcción.

Corina Kavanagh era una joven millonaria en la Buenos Aires de los años 30, pero que a diferencia de los demás millonarios, no poseía un apellido Patricio. Esto ocasionó que la catalogaran despectivamente como “nueva rica”.
Igualmente a Corina no le preocupaba no poseer un apellido patricio y ser despreciada por la oligarquía porteña, porque ella poseía algo que pocas personas poseen por más dinero y apellido que tengan: Un verdadero amor.

Ella disfrutaba de su hermosa historia de amor, en donde ambos se adoraban, pero en donde también existía un problema, él pertenecía a una familia patricia. Su apellido era Anchorena, familias oligarcas si las hay, y para su madre esta “nueva rica” no era digna de su hijo y de su apellido.

La madre del joven era la famosa Mercedes Castellanos de Anchorena, una de las mujeres más encumbradas de la sociedad porteña y figura de la oligarquía argentina.
Los Anchorena vivían en el actual palacio San Martín que queda en Arenales 761, barrio de Retiro, frente a la Plaza San Martín. Uno de los palacios más lujosos de Buenos Aires en donde, por ejemplo, se realizo el baile del centario en 1916.
Mercedes no iba a permitir que su hijo, y su apellido, quedaran en manos de una “cualquiera”. Hizo todo lo posible para que esta pareja se separada…y lamentablemente lo logró.

Corina se quedó sin su amor, pero no se iba a quedar con las manos cruzadas.

En 1916 los Anchorena mandan a construir la iglesia del Santísimo Sacramento, para utilizarlo como sepulcro familiar. Mercedes la ubicó específicamente frente de su palacio para poder verla a través de su ventana de marcos dorados y cortinas de seda.
Con un gran vestido de venganza mezclado con amor, Corina manda a construir en 1936, el edificio más alto de la ciudad en medio de la casa de los Anchorena y su iglesia, para que nunca más pudieran verla.
A partir de ese momento lo único que podía ver Mercedes a través de su ventana, era el recuerdo de ser la responsable de haber roto una hermosa historia de amor.

Mercedes no pudo vivir un segundo más en su casa, y ese mismo año, se lo otorgó al Estado como sede del Ministerio de Relaciones Exteriores, que pasó a llamarse Palacio San Martín. Actualmente es sede Ceremonial de la Cancillería.

Corina construyó el edificio, que fue el más alto de Buenos Aires por muchos años, no solo para tapar la iglesia de los Anchorena, sino también para tapar su historia de amor que no pudo ser. Vivió en él hasta que lo vendió en 1948.
La ciudad de Buenos Aires le otorgó, muchos años después, una calle con su nombre al lado de su torre con ladrillos de lágrimas.

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