La historia entre Sarmiento y la hija del autor del código civil, Aurelia Vélez, fue de amor prohibido.
El alumno ideal estaba casado con Benita Pastoriza, la madre de su hijo adoptivo Dominguito. Su matrimonio no estaba bien y menos al hacerse evidente los encuentros secretos entre Sarmiento y Aurelia.
La hija de Dalmacio Vélez Sarsfield estaba separada. Su antiguo matrimonio había terminado en tragedia, cuando su marido mató al amante de ella. Aquí podemos afirmar que la infidelidad era un hábito que compartían ambos amantes.
Hoy es evidente esa relación gracias a las cartas que ambos se enviaban. Y son las mismas cartas, las que los delataron. Un día, el hijo de Sarmiento, se acercó al correo para buscar las cartas de su padre, pero accidentalmente, le dieron las que eran para su amante.
A pesar de que Sarmiento le llevaba 25 años, vivieron una historia de amor que llegó hasta el día de la muerte del prócer.
Carta de amor de Domingo Sarmiento a Aurelia Vélez Sarsfield:
Buenos Aires 1862
“Mi vida futura está basada exclusivamente sobre tu solemne promesa de amarme y pertenecerme a despecho de todo; y yo te agrego, a pesar de mi ausencia, aunque se prolongue, a pesar de la falta de cartas cuando no las escribas. Esos dos años que invocas valen por ti y te reclaman como la única esperanza y alegría en un piélago de dolores secretos que tú no conoces y de estragos causados por nuestro amor mismo. (…) El correo está franco. ¿Por qué no escribes sin intermediarios? Hazlo en adelante y abandona este tema de las quejas que dan a tus cartas un carácter desabrido, haciendo más insoportable la separación. Necesito tus cariños, tus ideas, tus sentimientos blandos para vivir. (…) Atravieso una gran crisis en mi vida. Créemelo. Padezco horriblemente, y tú envenenas heridas que deberías curar. Al partir para San Juan, te envío mil besos y te prometo eterna constancia.”
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El mismo Sarmiento dice: "En París compré una copia de la Venus de Milo, en cuya base puse esta inscripción: «A la grata memoria de las mujeres que me amaron y me ayudaron en la lucha por la existencia»", y agrega "Hay las mujeres de la Biblia, hay las mujeres de Shakespeare, hay las de Goethe. ¿Por qué no he de tener mí las mujeres de Sarmiento?".
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